miércoles, julio 18, 2007

Ni hablar del peluquín

Ni hablar del peluquín (Retrato de Carlos III) Esta moderna expresión aparece registrada por primera vez por la Real Academia Española en la edición de su Diccionario Manual de 1985. También aparece en las ediciones de 1989 y en la actual, de 2001; aunque había desaparecido en la edición 21ª, de 1992. En la edición de 1985 se define como "expresión figurada y familiar con que UNO se niega rotundamente a hablar o tratar de un asunto". En la edición de 1989 se define igual, con la única diferencia de que aquí se sustituye el "UNO" por "ALGUIEN". En la edición actual, de 2001, se dice que es una "expresión coloquial" y que equivale a "ni hablar", frase que es definida en el mismo diccionario como "expresión usada para rechazar o negar una propuesta".
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Aunque coloquialmente se usa bastante, no abunda esta expresión en la Literatuta; y, además, las referencias de que disponemos no son muy lejanas en el tiempo, lo que nos confirma su, relativamente, reciente acuñación. Veamos algunos literarios ejemplos de su utilización:

-"[...]Se calentó, se subió a la parra y no tuve más remedio que decirle cuántas son cinco. Ya le advertí que ni por soñación se pensase que con un pasaje me iba a quitar los calzones, y que, con todos los respetos, en mi casa mando yo. Pepita en la lengua no tengo. Y a mí, por las buenas lo que se quiera, ya se sabe, pero por las bravas ni hablar del peluquín[...] Ella la cogió modorra y no lo dejó en toda la tarde. Acabé por decirla que bien si era capricho, pero que si lo hacía por la cuestión internacional del manduque, ni hablar del peluquín. A fin de cuentas, a la chavala no la ha de venir mal entretenerse en algo[...] A la noche me salió la chavala con que un marinero de Valparaíso le vende a la señora de don Helio perfumes y otras pichanguitas de París y que es una oportunidad y que la anticipase unos pesos. Ya le dije que ni hablar del peluquín, que para ensayos ya está bien con el salón y, como me olía, terminamos de monos. ¡Qué le vamos a hacer! Dos trabajos tiene". [Diario de un emigrante, Miguel Delibes, 1958.]
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-"[...]Creo que no -dijo-. Creo que la actual epidemia de fanatismo político durará poco; todo lo más, un siglo: el tiempo justo para que se independicen las colonias. Luego... me temo que Satanás conquiste el mundo precisamente a través de la indiferencia.
Mateo protestó. Protestaron todos, incluso María Victoria.
- Ni hablar del peluquín -dijo la muchacha-. Dentro de un siglo seguiré tan fanática como ahora. Fanática por ti, se entiende, futuro señor juez... [Un millóm de muertos, José María Gironella, 1961.]
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-"[...]Miguel deseaba explorar ese mundo que intuía magnífico más allá de la puerta. Pidió a la abuela que le permitiera instalarse en alguno de los sillones de la parte deshabitada de la casa, pero ella contestó que ni hablar del peluquín y que ya había oído lo que el médico había dicho..." [La ternura del dragón, Ignacio Martínez de Pisón, 1985.]
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Hubo un episodio histórico en el que, en parte, estuvo involucrado este objeto, el peluquín. Sucedió a caballo entre la mitad del siglo XVIII y principios del XIX. Resulta que, para evitar que los hombres pudieran impunemente cometer delitos amparados en el anonimato que les proporcionaba el tipo de vestiduras que se usaban en la época, capa larga y sombrero redondo de ala ancha, que les permitía fácilmente ocultar el rostro, un ministro italiano de Carlos III, el Marqués de Esquilache, dictó el 10 de marzo de 1766 una Orden dirigida a los funcionarios mediante la cual les conminaba a: “...en todas las concurrencias que tengan, vayan con el traje que les corresponde, llevando capa corta o redigot, peluquín o pelo propio, sombrero de tres picos en lugar de redondo, de modo que vayan siempre descubiertos, ...”
Poco después dictó un Bando, dirigido ya a toda la población, y que dio lugar al denominado históricamente como "motín de Esquilache" [oposición al cumplimiento de dicho bando, que tuvo que llevarse a efecto mediante el empleo de las fuerzas de orden], en el que prescribía: “... mando que ninguna persona de cualquier calidad, condición y estado que sea, pueda usar en ningún paraje ... de esta Corte y Reales Sitios ..., del citado traje de capa larga y sombrero redondo para el embozo, pues quiero y mando que usen precisamente de capa corta... y de peluquín o pelo propio y sombrero de tres picos, de forma que de ningún oculten el rostro”.
Lo que se dio en llamar "motín de Esquilache" no fue única y estrictamente la rebelión o desobediencia del pueblo al cumplimiento de dicho Bando, sino que hubo otros intereses más o menos ocultos, de carácter político, que no vienen aquí al caso el explicarlos o dar de ellos más detalles.

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Ni hablar del peluquínEsta es la portada del tomo nº 41, de 1968, de la colección de historietas de personajes de Disney "Dumbo" (2ª época), publicada por Ediciones Recreativas, S. A.

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Ni hablar del peluquín

Esta es la primera página de la última historieta del personaje "Sir Tim O'Theo", del dibujante Raf, aparecida en el número 226 (segunda época) de la revista "Mortadelo", publicada por la editorial Bruguera en mayo de 1985.

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Existe también una película mexicana, del año 1960, del director Alejandro Galindo, que lleva por título "¡Ni hablar del peluquín!"


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